Es ley de vida que con el paso del tiempo y la modernización ciudades vetustas como la nuestra vayan dejando gotas de su esencia por el camino. Para los que ya somos talluditos el Oviedín de alma comienza a diluirse en el baúl de los recuerdos y cuando te enteras de que alguna de esas gotas de esencia local pasan a mejor vida no cabe duda de que los recuerdos se avivan, máxime si has tenido la suerte, como es mi caso, de haber desarrollado la vida personal y profesional siempre aquí.
Me viene esta reflexión porque dentro de unos días el quiosco de prensa La Santina, sito en la calle Covadonga, cierra tras más de sesenta años de actividad.
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